jueves, 31 de mayo de 2018

Venganza

El siguiente cuento corto fue publicado a principio de mayo en la página Red Es Poder. Luego lo subí como una nota a mi página de Facebook, pueden consultarlo en el enlace: 

https://www.facebook.com/notes/claudia-m-soto/venganza/602996840059995/ 

Espero que lo disfrutes. Deja tu comentario.


Venganza

Apreté lo ojos mientras los gritos de las víctimas parecían tomar más y más fuerza, esperaba que el infierno hubiera desaparecido para cuando parpadeara otra vez, pero no fue así. Mis manos se volvían torpes a medida que el líquido carmesí llegaba hasta donde me encontraba. Podía oler ese característico toque ferroso inundando mis sentidos.
 
Dirigí mis ojos hacia el caos que poco a poco iba apaciguando el pánico surgido de la 9mm. La había empuñado por breves minutos, cuando no era yo mismo, fue un lapso suficiente para condenar mi futuro a la perdición. Los cuatro cuerpos ya no se quejaban, ni se movían, habían perdido la capacidad de respirar. La vitrina del bar me regresó el reflejo de mi patética condición, el cabello apelmazado y sucio, la piel casi pegada a los huesos, delataba un extravío del ser, pero ¿hace cuánto que no era yo mismo? Una risa irrumpió en la contemplación de mi desgracia. La silueta con cuernos que se alzó detrás de mí no dejaba lugar a duda, el pacto se cumplía. Había terminado mi tiempo en este mundo. El diablo colocó la pistola en mi mano y esperó, con sus ojos desquiciados y la sonrisa ansiosa de cada visita. El acero frío se introdujo en mi boca, sabía a azufre, olía a azufre, pero también a pólvora.
 
Tiré del gatillo, el click no alejó las luces parpadeantes de las patrullas al otro lado de la venta del restaurante, tampoco desapareció el estrepitoso resonar de los altavoces afuera del local, ya estaba en el infierno. La risa del diablo me dirigió a una nueva realidad: el cargador vacío era uno más de sus trucos. Yo debía aceptar que el trato había sido ese desde un principio, obtendría mi venganza a cambio de darle mi alma. El demonio supo cómo cobrárselo.
 

Mensaje de media noche

El siguiente cuento aparece en la página:

 http://www.redespoder.com/destacadas/sabado-de-cuentos-mensaje-de-media-noche-por-claudia-soto/

del sábado 26 de mayo. 
Espero que lo disfruten. 


Mensaje de media noche.
 
El teléfono vibró mientras Pedro se encontraba en el baño; había dejado el celular sobre la cama, en la pantalla se leían las 2:25 a.m. Fue el segundo mensaje el que despertó a Sandra. Él había regresado a continuar con su descanso; pero para ella, el sueño se había convertido en una angustia profunda, en una inexplicable ansiedad que llevaba consumiéndola por meses. ¿Quién era? ¿Quién enviaba mensajes a esa hora? Había intentado leerlos siempre que tenía la oportunidad; sin embargo, hacía meses que Pedro había cambiado la contraseña del móvil para evitar problemas. Era un acuerdo, él no revisaría el teléfono de ella, pero ella debía respetar el poco de privacidad que le quedaba desde que comenzaron a vivir juntos.  

Fue el demonio de su anterior relación quien la obligó a levantarse de la cama y deambular por la sala durante casi una hora con el teléfono de Pedro en la mano, intentó  adivinar el patrón que desbloquearía la pantalla y le revelaría la verdad, pero no lo logró. ¿La estaba engañando? Estaba segura de que ocultaba algo, no sabía lo que era, pero lo descubriría pronto. Primero, tuvo ese impulso infantil de despertarlo y obligarlo a mostrarle los mensajes. Lo pensó mejor, debía esperar el amanecer, tomó un respiro y dejó el teléfono donde debía estar.  

La obsesión no le dio tregua, apenas tocó la almohada con la cabeza y aspiro el aroma del sexo aferrado a las sábanas, perdió la razón. Era la resaca del desvelo lo que había evitado la adecuada sinapsis de sus neuronas, quizás ya estaba un poco loca desde antes; cualquiera que fuera la verdad, nadie vio cuando Sandra sujetó la navaja entre sus manos, ni sus lágrimas cuando estaba a punto de abrirle la garganta al hombre que la había poseído con pasión la noche anterior. La furia ardía sin control. Él, dormido, con el cabello revuelto sobre la almohada, ignoraba lo que estaba por venir. Fue un pequeño descuido lo que llevó la relación a ese punto, fue una mala elección lo que terminó con él.