lunes, 28 de enero de 2013

LA MISIÓN DE LA POCIÓN




Una mañana de Ublande, primavera en nuestro mundo, Danae despertó al escuchar el cantar de las aves y sentir los intensos rayos de sol entrando por su ventana. Después de vestirse para comenzar su día, como lo hacía a diario, bajó la escalera y vio la puerta principal abierta.
Danae se acercó para cerrar la entrada, escuchando la madera del suelo crujir bajo sus pies, sin embargo, vio que mucha gente del pueblo caminaba apresurada hacia la cabaña del líder de la aldea, juntándose afuera para ver a través de las ventanas. Preocupada, Danae se hizo espacio entre la multitud para entrar.
Dentro de la cabaña, de pie junto a la cama de su abuelo, el líder del pueblo, vio a su madre sujetándole la mano con una profunda tristeza en su mirada. Recostado, el anciano tenía la piel completamente empalidecida, sudaba y sus ojos se mantenían cerrados, en su rosto expresaba un agudo dolor.

La sanadora de la aldea, estaba también dentro de la habitación, y al ver a Danae entrar le dijo: ─ La enfermedad de nuestro líder es muy rara, jamás nadie en la región la había padecido, la cura de su mal, lamentablemente, no está en mis manos. La medicina que necesita se puede encontrar sólo en la Isla Moonshape ─, afligida por no poder regresarle la salud al viejo, agachó la cabeza y se alejó en silencio.

Esa misma tarde, Danae se dirigió a lo profundo del bosque, subió a la colina de Linrak, para encontrarse con la gran hechicera Earendi y pedirle consejo sobre si ir o no
a la Isla Moonshape, explicándole que ahí era el único lugar donde podían conseguir la cura que aliviaría a su abuelo del mal que lo atormentaba.

Hacía un año que Danae había terminado su entrenamiento con Earendi, por lo que podía considerarse como una hechicera novata, quien apenas comenzaba a entender el funcionamiento la magia y el fluir de la energía en el universo. Ahora que había concluido su instrucción, sentía el deseo de usar lo aprendido y ayudar al líder de su pueblo.
Earendi, era conocida en toda la región por su enorme sabiduría y su gran poder. Para Danae era un gran honor haber estudiado con ella, así que le compartió sus planes de ir al Oeste, a la Isla Moonshape en un viaje que le tomaría semanas, la vieja hechicera le dijo:

─Cualquier camino que elijas, estará lleno de dificultades. ─Tosió un poco para aclararse la garganta y continuó: ─Pero si vas al puerto tendrás la oportunidad de vivir una experiencia inolvidable. Si no vas, tu abuelo morirá. No hay mucho que pensar, toma la decisión correcta.
Después de escuchar esas palabras, Danae salió de la cabaña y se dirigió a su casa. Al llegar, preparó su mochila con lo que necesitaría para el viaje, procurando llevar mantas y suficiente ropa para una semana, le dio un beso a su madre como despedida y salió de prisa al establo, donde se montó en un caballo y comenzó a cabalgar por el camino que la llevaría a la costa Oeste.

El día se terminó, y durante el atardecer, buscó un lugar para acampar. Al llegar la noche, estaba sumamente nerviosa, nunca había dormido fuera de casa; despertaba a cada ruido que escuchaba, inclusive el sonido de las hojas de los árboles, al mecerse con el viento, la inquietaba. Cuando por fin se decidió a dormir, escuchó un grito aterrador y algunas ramas rompiéndose muy cerca de ella. Agarró su bastón y se puse levantó de un brinco, lentamente se acercó con cuidado para ver lo que ocurría tras los arbustos.

Un hombre grande y musculoso con rostro de cerdo, sujetaba violentamente a una mujer del cabello. La chica parecía asustada, tenía sangre en la frente, trataba de resistirse. Danae se concentro en la energía dentro de ella, levantó su bastón e invocó un rayó mágico que golpeó a la criatura en el pecho, logró que perdiera el equilibrio y callera al suelo soltando a la joven, pero no le causó gran daño. Se paró entre el monstruo y la mujer, intentó defenderla dándole un bastonazo a la criatura, pero la bestia alzó su puño golpeándola tan fuerte en el estómago que perdió el conocimiento.

Al abrir los ojos, Danae vio a dos hombres sentados junto a una fogata que había encendido para acampar. Uno de ellos se presentó como Beor, tenía el cabello oscuro y corto, en su facha podía notarse un porte campesino, llevaba un carcaj de flechas y un arco en la espalda. El otro hombre era rubio y fornido, una espada colgaba de su cinturón, se hizo llamar Hermak. Ninguno parecía ser mayor de 25 años. A pesar de que Danae aparentaba ser una joven de apenas 20 años, había vivido más de 96. Su raza era podía vivir hasta 500 años.

Danae les agradeció a los hombres por su ayuda. Para pagarles el favor, les ofreció preparar algo de comer. Durante la cena les contó a donde iba y cuál era su misión. Beor y Hermak ofrecieron acompañarla durante gran parte del camino, pues se dirigían a una ciudad cercana a la costa Oeste.

Cuando amaneció, los tres comenzaron su viaje, cargaron sus pertenencias en el caballo de Danae y en el pueblo más cercano dejaron a la chica que habían salvado la noche anterior, aprovechando para surtir sus provisiones de viaje.

Este fue el inició de una gran aventura, pues el viaje que pensaron les llevaría un par de semanas, les tomó más de un mes. En cada lugar donde se detenían a descansar, encontraban algún problema o a personas que necesitaban su ayuda, algo en ellos les decía que debían intervenir y luchar por el bien de la gente que los recibía en los diferentes pueblos pro lo que atravesaban. En su camino se enfrentaron a ladrones que asaltaban por los senderos, encontraron fantasmas dentro de casas en ruinas en medio del campo, se defendieron de animales y bestias salvajes cuando acampaban cerca de los ríos. Cada día que pasaba su amistad se fortalecía y entre más dificultades se topaban, más se apoyaban y se querían.

Una noche llegaron a un pequeño pueblo llamado Vayel, durante su cena, escucharon al tendero de la posada en la que se hospedaban decirle a un viajero: ─Cerca de aquí, en la cascada, vive una criatura horrible de un solo ojo. Cada mes viene y pide al pueblo comida y objetos, si alguien se niega a pagar el tributo que exige, lo convierte en piedra y se lo lleva a la cueva tras la cascada─.

La mañana después de escuchar el relato, Danae, Hermak y Beor fueron a la cascada ya que les parecía injusto lo que la criatura hacía, sentían ese deber de proteger a la gente también ahí. Ya en la cascada, encontraron a un hombre de barba crecida, con la ropa algo vieja y rota. El hombre les dijo que había escuchado algo tras el agua, se presentó como Isil. Era el viajero que la noche anterior hablaba con el tendero en la taberna y había ofrecido como voluntario para ayudar a la gente.
El agua no caía con poca fuerza y resultó fácil acceder a la caverna. Dentro, en la húmeda oscuridad, Danae convocó una luz en la punta de su bastón que iluminara el sitio, todos fueron capaces de ver varias estatuas de piedra esparcidas en el lugar. Inmediatamente se dieron cuenta de que eran pueblerinos petrificados. La criatura

había coleccionado a sus víctimas desde hacía muchos años. Decidieron esperarla ahí hasta que anocheció. En el silencio de la caverna, escucharon cuando se aproximaba, estaban decididos a lucharon contra ella. Cada quien empuñó su arma, Danae convocó su magia para derribarla, pero era muy fuerte y resistente, su piel parecía hecha de hierro forjado, dándole forma de escamas a la placa dura que cubría su cuerpo redondo, en su cabeza poseía alrededor de seis ojos pequeños y tenía uno más grande justo en el centro. Hermak, se acercó con un escudo pulido que parecía espejo, rebotando el rayo petrificador y redirigiéndolo al monstruo. De esta manera logró derrotar a la criatura, logrando que se convirtiera en piedra a sí misma.

En la cueva encontraron oro y joyas que pagarían el resto del viaje, sin embargo, Hermak había quedado gravemente lastimado al caer sobre las piedras varias veces para no ser alcanzado por los ataques de la criatura. Salieron de ahí, al volver al pequeño pueblo, Danae cuidó de él, y una tarde este le confesó su amor, expresándole el deseo de ir con ella hasta la Isla Moonshape y acompañarla de vuelta a su aldea al conseguir la poción que requería. Danae dudó un momento, recordó las últimas semanas que habían pasado juntos, también estaba enamorada, así que sin decir nada, se inclinó para besarlo como gesto de que aceptaba la petición.
Cuando Hermak se recuperó por completo continuaron el viaje. Y al llegar al sendero en que debían separarse, Beor, el arquero, decidió seguir y ayudarles a conseguir una carabela en el puerto. Isil, quien se había hecho su amigo durante la aventura en la cueva, también pidió seguirlos, guardando el secreto de que él también necesitaba ir a la Isla Moonshape porque quería la poción para su esposa enferma.

Ya en el puerto, se hospedaron en una alegre posada, que esa noche tenía un espectáculo de música y baile. Muchas personas esperaban barco, así que bebían y cenaban mientras llegaba su hora de partir. Entre el barullo divisaron a un grupo de guerreros que hablaban de matar un dragón que había tomado la Isla Moonshape hacía unos meses, querían recuperarla para que los isleños volvieran a su hogar y pudieran vivir tranquilos en sus hogares, sonaban muy interesantes, compartían sus aventuras de cómo cazaban a los dragones por toda la región.

Durante su travesía Beor, Hermak, Isil y Danae se habían vuelto muy fuertes, pero no creían poder matar a un dragón. Danae ofreció todo su oro a los guerreros a cambio de que le llevaran la poción que se encontraba en el antiguo templo de la Isla; pero los guerreros, quienes se hacían llamar “Los Guardianes de la Luz”, no aceptaron el oro y dieron su palabra de traer la poción sin pedir nada a cambio. Y así, partieron a la Isla, mientras Danae y sus amigos permanecieron en el puerto esperando su regreso.

Tres días pasaron, y los guerreros no habían vuelto. Danae, impaciente, decidió ir a buscarlos. Beor, Hermak e Isil la acompañaron con gusto.

Ya en la Isla, vieron montones de madera quemada en la playa. Se dirigieron a la gran montaña, la cual había sido una mina hacía algunos años, entraron por uno de los túneles y encontraron a uno de los guerreros sentado en el suelo. Danae se acercó para revisarlo y vio que en su mano sostenía con fuerza la poción que habían prometido llevar; quiso decirles a sus amigos, pero estos se habían adelantado y descubrieron que los otros “Guardianes de la Luz” y el gran dragón estaban muertos.

Buscaron largo rato, pero no tuvieron suerte en encontrar el gran tesoro, que se decía todos los dragones guardaban. Salieron de ahí. Danae metió el frasco con la pócima en una caja de madera y no dijo nada hasta llegar al puerto de Dimbar, donde al abrir la caja se dio cuenta de que otra poción había aparecido, dentro de la caja había dos frascos. Al ver a Isil con la mirada triste, preguntó que le ocurría, y al conocer los motivos, decidió darle uno de los frascos.
Ahí, se separaron; prometieron verse pronto y entrenar para ser tan fuertes como los guerreros que habían matado al dragón en la Isla, llevando en su corazón la alegría de haberlos conocido. Danae pidió ayuda a un hechicero del puerto para volver a casa lo más rápido posible y entregar la poción para que su abuelo se recuperara, con la esperanza de que no fuera demasiado tarde. Hermak se fue con ella.

Al llegar, todos alabaron la valentía de la joven Danae, recibiendo con agrado a Hermak, el valeroso humano que había ayudado. Después de que el líder se recuperó, Danae y Hermak se casaron en una gran ceremonia.

Luego de unos meses Hermak, Danae, Beor e Isil se reunieron para comenzar una nueva aventura, viajando hacia el sur del continente, con el deseo de volverse más fuertes y ser como los valientes “Guerreros de la Luz” que luchaban por hacer del mundo un lugar mejor.

Fin.